LAS OLAS DEL PARTO

diciembre 20, 2024

«Qué manía de llamar las cosas por otro nombre, ¿por qué no llamarlas contracciones?» me preguntó una vez una compañera.

Y no, no es una manía…
Las palabras importan.
¡Y mucho!

Cuando una embarazada escucha la palabra «contracción», todo su cuerpo se tensa. Lo he comprobado en muchísimas ocasiones.

Forma parte de toda esa jerga que envuelve al embarazo y al parto, llena de términos que inquietan: embarazo de bajo, medio o alto riesgo (sea bajo o alto, la palabra «riesgo» siempre está presente, cuando no siempre es así); estrecho superior, medio e inferior (así llamamos al espacio interior de nuestra pelvis… ¡millones de años naciendo deberían haber demostrado que tan estrecho no debe ser!).

Además, si volvemos a la palabra «contracción», nos damos cuenta de que solo nos fijamos en una parte del proceso: cuando el útero se contrae. Pero, ¿y cuando se relaja y se expande? Nunca nombramos esa parte.

Para ser más exactos, el útero de una mujer en parto pasa más tiempo en relajación que en contracción. En las últimas horas, por ejemplo, 1 minuto en contracción y 2 o 3 minutos en relajación.
Entonces, ¿por qué no llamarlas «expansiones del útero»? Sería mucho más preciso.

Cambiemos el lenguaje para cambiar la forma de entender el parto y transmitir a las mujeres la increíble experiencia que puede ser dar a luz.

Olas, pulsaciones, pulsiones, relajaciones, expansiones…
¿Cuál te gusta a ti?